Todos los sentimientos oscuros y los deseos más perversos del corazón, llegaron a la reunión con curiosidad de saber cual era el propósito . . . .
Cuando estuvieron todos, habló el Odio y dijo: Los he reunido, porque deseo
matar a alguien con todas mis fuerzas.
Los asistentes no se extrañaron, pues tratándose del Odio era normal, sin embargo todos se preguntaban entre sí, quien sería aquel tan difícil de matar, para que el Odio los hubiera reunido a todos.
Quiero que maten al Amor, dijo . . . .
El primer voluntario fue el Mal Carácter. Yo iré, y les aseguro que en un año el Amor habrá muerto, provocaré tal discordia y rabia que no lo soportará. Al cabo de un año se volvieron a reunir todos y al escuchar las palabras del Mal Carácter quedaron decepcionados. Lo siento, lo intenté pero cada vez que yo sembraba discordia, el Amor la superaba y salía adelante.
Fue entonces cuando muy diligente se ofreció la Ambición, que haciendo alarde de su grandeza dijo: En vista de que el Mal Carácter fracasó, iré yo. Desviaré la atención del Amor hacia el deseo por la riqueza y el poder. Eso nunca lo ignorará. Y empezó la Ambición el ataque hacia su víctima quien, efectivamente cayó herida pero después de luchar por salir adelante renunció a todo deseo de poder y triunfó de nuevo.
Furioso el Odio, por el fracaso de la Ambición envió a los Celos, quienes burlones y perversos intentaban toda clase de artimañas y situaciones para despistar al Amor y lastimarlo con dudas y sospechas infundadas. El Amor confundido lloró, y pensó que no quería morir y con valentía y fortaleza se impuso sobre ellos y los venció.
Año tras año, el Odio siguió su lucha enviando a sus más hirientes compañeros, envió a la Frialdad, al Egoísmo, a la Indiferencia, la Pobreza, la Enfermedad, y a muchos otros que fracasaron porque cuando el Amor sentía desfallecer cogía fuerzas y todo lo superaba.
El Odio convencido de que el Amor era invencible les dijo a los demás: Nada que hacer.
El Amor ha soportado todo, llevamos años insistiendo y no lo logramos. De pronto de un rincón se levantó un sentimiento poco conocido, vestia de negro con un sombrero que le caía sobre el rostro el cual no se dejaba ver.
Su aspecto era fúnebre como el de la muerte. "Yo mataré al Amor", dijo con seguridad.
Todos se preguntaron quien sería aquel que pretendía hacer sólo, lo que ninguno había podido conseguir. El Odio dijo, ve y hazlo.
Tan sólo pasó algún tiempo cuando el Odio volvió a llamar a todos los malos sentimientos para comunicarles que después de mucho esperar por fin . . . .
EL AMOR HABÍA MUERTO
Todos estaban sorprendidos. Entonces el sentimiento del vestido negro y sombrero habló: Ahí les entrego al Amor totalmente muerto y destrozado. Y sin decir más, se dispuso a marcharse.
Espera, dijo el Odio, en tan poco tiempo lo eliminaste por completo, lo desesperaste y no hizo el menor esfuerzo para vivir. ¿Quien eres?
El sentimiento levantó por primera vez su horrible rostro y dijo:
SOY LA RUTINA.
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