Las mujeres, ese género incomprendido. Seamos feas o guapas, inteligentes o bobas, con poder adquisitivo o no, de aquí o de allá... todas, a la hora de buscar la persona con la que compartir nuestras vidas, nuestros más profundos sentimientos, tenemos algo en común. Todas queremos ser respetadas, todas queremos ser amadas. La persona que elegimos nos tiene que saber apoyar en nuestros proyectos, nuestras decisiones, nos tiene que dar ese cariño preciso que nos hace falta según el estado de ánimo en el que estemos, nos tiene que alagar, mimar y cuidar como al tesoro más preciado, nos tiene que amar, no sólo en el contacto físico, sino en aquellos pequeños detalles que no se aprecian, en miradas, en gestos, en sonrisas. Nos tiene que servir de saco para descargar nuestras fustraciones, nos tiene que dejar la libertad que en ocasiones necesitamos y respetar nuestra burbuja de intimidad siempre que nosotras necesitemos escondernos dentro. Nos tiene que hacer reir con ese humor que sólo las mujeres entendemos... en definitiva, quisieramos la mujeres tener una persona a medida, una persona que se complemente con nosotras, dando a cambio lo mismo que necesitamos, siendo dos verdaderas medias naranjas, completando ese circulo maravilloso del amor. Esa es la idea principal que suele reforzarse con complementos como la belleza exterior, el nivel cultural, el poder adquisitivo, ... pero de nada sirven los complementos si esa persona no tiene ese corazón que buscamos... ese corazón capaz de calmar nuestras ansiedades y acelerar nuestros pulsos, ese corazón que comparta nuestros sentimientos, ese corazón que sepa apreciarnos por como somos, por como pensamos, por como sentimos...
Entiendo que visto así sea de difícil elección, pero desde aquí mando un mensaje a todas las mujeres: HABERLOS HAILOS... y con un poco de suerte hasta les guste Manuel Carrasco y lloren y griten y se emocionen en los conciertos como nosotras.
Ánimo a todas, nos merecemos lo mejor.
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