EN EL BAR DE LOS PESARES…..
Después de unas cuantas copas, solo, cabizbajo, sentado en la barra con la mirada perdida en el espejo frente a él, rompí a llorar como lo haría un niño. El camarero no me quitaba ojo de encima, e intentó acercarse en varias ocasiones para tratar de consolarme, pero desistió al ver que giraba la cabeza evitándole.
No podía dejar de penar en ella. En ella y en él. El, al que no conocía, al que nunca había visto, al que desde hacia tiempo odiaba, desde que ella decidió que él era su prioridad, y no yo.
Mientras cavilaba se sentó alguien a mi lado. Ni siquiera me fije en quien era. Escuche su voz masculina pedir un ron y acto seguido noté su mano en mi hombro.
Ni siquiera tenia ganas de reaccionar, así que no me moví ni evité que me tocara. Acompaño el gesto amistoso con unas palabras:
- ¿Fue duro el día?
No se porque le conteste, lo que si se es que era como contestarle a mi subconsciente.
- El día no, fue duro el año entero.
- Y dime, - me volvió a preguntar.- ¿Tiene que ver con alguna mujer?
- Si,- contesté.- Tiene que ver con mi mujer. La verdad es que no ha hecho nada, es decir, que ella no me ha sido infiel, no al menos físicamente. Decidió que no podía aguantar más, que tenía que seguir su impulso y que sentía mucho que yo no pudiera compartir sus sueños.
- ¿Te llegó a contar cual era su sueño, amigo?
- Si,- volví a contestarle al extraño al que ni siquiera había mirado a los ojos.- su sueño es Manuel Carrasco. Su música, sus conciertos, su vida, todo lo que le rodea y todo lo que hace. Seguir a Manuel Carrasco por toda su gira, vivir lo que el vive y sentirlo cerca con admiración y respeto. Eso fue lo que me dijo.
- Entonces, amigo, no temas por ella. Deja que viva su sueño, es mas, si puedes acompañarla hazlo, seguro que acabas agradeciéndolo.
Al escucharlo, me entro una especia de rabia… él no era nadie para dar consejos sobre lo que debía o no debía hacer… no era más que otro como yo al que le hacían falta unas copas.
- ¿Y quién eres tu para decirme lo que tengo que hacer?
- Pues mira amigo, yo soy un don nadie. Un don nadie que tiene un trabajo que le gusta. Un trabajo que le permite llegar al corazón de muchas personas, las mismas personas que alimentan la ganas de seguir llegando año tras año a esos corazones. Pero sobretodo, soy un don nadie que respeta tanto a esos corazones que incluso he unido a muchos entre ellos. Y por cierto, amigo, mi nombre es Manuel Carrasco, y si quiere tomamos un ron y seguimos hablando de usted.
Así fue como en el bar de los pesares, acabamos cantando flamenquito, riendo y compartiendo algo más que el cariño de mi mujer, compartimos vida…..
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